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No sé, hay cosas que no puedo detallar.
Cuando más, acercarme a decir “algo como...”, “parecía como...”
Sólo sé que venía por la derecha.
No era precisamente una luz. O sí.
Un resplandor que yo veía entremezclado al resto de las cosas normales.
Algo así como un retrato de la velocidad de la luz...
pero ni avanzaba ni retrocedía: estaba allí, simplemente.
Estuvo conmigo los tres o cuatro primeros días;
después me di cuenta que había desaparecido,
algo así como “volado”.
Mas días pasados, volvió a aparecer. Puño de luz.
Era como un puño de luz dando un solo y continuado golpetazo
a los ojos cerrados. O ¿tal vez los ojos se asomaban a tus ojos,
con la curiosidad de una ventana
que tiene un rumor a lo lejos,
sofocado por otros ruidos
menos atractivos pero más cercanos?
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¿Me llamabas, madre?
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© 2006 David Lago González
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