.
.
El campo, más que desierto, yermo..., está desolado,
como abandonado, perdido de la mano de Dios y de la del hombre.
La cosecha se arruinó.
.
En medio de tanto olvido, se alza todavía un girasol.
A duras penas lucha contra el viento, el sol,
la helada de las estrellas,
la soledad,
la galopante decrepitud.
El peso excesivo de la flor abruma como una tiara impuesta por la mofa.
La fuerza a doblarse sobre sí misma,
como si fuera quedándose dormida;
o se fuera lejos, muy lejos,
tan lejos como nadie puede imaginar.
Apuesto dos duros a que se cae...
Apuesto tres a que no.
Apuesto cinco a que se tira al suelo.
Apuesto diez a que está oyendo cuanto decimos.
.
Apuesto a que ella también puja.
Apuesta a que todos estamos equivocados
y ella va a salir ganando...
.
Una amarga victoria
la de seguir viviendo.
.
(febrero 18, 2007)
© 2007 David Lago González
No hay comentarios:
Publicar un comentario