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Esta mañana Pepe, mi médico, me preguntó si estaba triste.
Yo me estremecí ligeramente, sorprendido
por tan inusual pregunta en un hombre de ciencia.
Rápidamente respondí que no, un poco a la defensiva,
como si me hubiera pillado in fraganti.
Parece ser que así fue porque me quedé pensando,
valorando lo más profundamente que podía
si en realidad estaba triste;
y en ese momento no supe precisar con exactitud
qué era la tristeza.
Yo estaba como extrañando algo que todavía no había sucedido.
Estaba pasando la mano sobre la piel dolorida
sobre una costilla que aún no se había quebrado.
Estaba conteniendo la sangre
de una herida todavía no hecha.
Después rectifiqué y dije: “bueno, no sé.
Me veo como en un andén despidiendo un tren que parte,
un tren de los de antes, de locomotora negra y humo,
y en una de sus ventanillas viajo yo, parto hacia alguna parte,
pero al mismo tiempo estoy en el andén.
El maquinista tira de la sirena,
y el ujier hace sonar su silbato.”
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Madrid, 2 de Octubre de 2008.
© David Lago González, 2008.
4 comentarios:
que hermoso texto, David
lamarga
gracias, un texto distinguido, ayer también me preguntaron si estaba triste, lo estoy, pero no he podido escribir nada
Muy bello David.
Besos
Kuka
Gracias a las tres, tres, tres lindas cubanas...
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