sábado, 12 de julio de 2008

El soldado




Nada tan inútil como morir por un país.
Nada tan estúpido como perder la vida por un rey.
Nada tan falaz como dar la sangre defendiendo una raza.
Nada tan oscuro como matar en el nombre de un dios.
Nada tan absurdo como obcecarse con una idea.

Porque un país
es uno de esos trozos de tierra que nunca llegan a ser nuestros
y del que pueden arrojarnos cuando menos lo pensamos.
Porque para el rey siempre seremos sus vasallos, siervos
sólo apreciados por el monto del tributo que pagamos,
y cuando mejor considerados, criados de su palacio.
Porque de la raza somos un jirón, pestaña de piel indeleble
que no nos roza el alma.
Porque un dios
es una oscura y profundísima idea que llevamos dentro cada cual
y que nunca llegamos a vislumbrar con total claridad.
Porque una idea,
seguramente,
no será mañana lo que fue ayer,

ni siquiera lo que hoy pensamos que es.

(Madrid, 6 de junio de 1999)
(C) David Lago González, 1999.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

parece que con el triunfo de la revolucion , alos cubanos nos enseñaron esta doctrina,
es una manera muy poetica de decir cobardia, cubano etc???

David Lago González dijo...

Señor, usted se equivoca: las chancletas las reparten en Penúltimos Días y otros blogs parecidos. Ce n'est pas la maison!

Ernesto G. dijo...

Que poema tan cierto! Morir por la patria es morir.