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Ayer me llamó mi amigo Pepe.
Pepe es, además, mi médico de Las Cosas Malas.
Hay cosas malas, cosas buenas,
cosas menos malas y cosas menos buenas;
también cosas horribles.
Y cosas extraordinarias.
Pepe está entre lo horrible y lo extraordinario:
me da las malas noticias, pero siempre me da una buena.
Todavía no llegamos al fracaso, dice.
Me he acostumbrado tanto a la relatividad
de la misma forma que me he habituado a escribir, y escribir
hoy me es más fácil que comer
o quitar la piel de un melocotón: la fruta
siempre termina por podrirse,
el arroz cocido cría hongos,
hasta el salmón congelado comienza a apestar
y la bruja de la tercera planta
baja y me da un escándalo (vivo en un barrio bajo.)
La diferencia entre la comida y la poesía
es que el verso mejora mientras no se escriba.
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(Madrid, 10 de junio de 2011)
© 2011 David Lago González
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