Tua mae tem voz de terra seca, voz
de sulco semeado
que esperasse chuva cada dia
e a chuva não vem.
Cuando a escutei através dessa enorme distança
que os mares enchem, chega doce da areia daquele que sabe mais.
Fala de mortos, de coisas velhas, de sombras
que aos olhos de seu filho turvan.
Chega só, tão só,
o deserto em sua mirada, em sua voz,
aua voz em silenço.
Imagino-a sentada num balanço, ao lado da janela.
Aprendo a respeitá-la cada vez que escuto a areia chegar.
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(Hospital Ramón y Cajal, Madrid, 9 de março, 2005.)
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Tu madre tiene voz de tierra seca, voz
de surco sembrado
que esperase lluvia cada día
y la lluvia no viene.
Cuando la he escuchado a través de esa enorme distancia
que los mares llenan, llega dulce de la arena de aquel que sabe más.
Habla de muertos, de cosas viejas, de sombras
que a los ojos de su hijo nublan.
Llega sola, tan sola,
el desierto en su mirada, en su voz,
su voz en silencio.
La imagino sentada en un balance, al lado de la ventana.
Aprendo a respetarla cada vez que escucho llegar la arena.
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(C) 2005 David Lago González
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