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A cinco noches y cuatro años de tu entrada en La Casa de David,
alzo mi copa de vino garnacha para brindar por tu recuerdo.
Celebramos un aniversario en la vida de un amigo
y nadie sabe que en silencio yo ofrezco mi brindis por tu descanso.
Muerte y vida se juntan dentro de esta copa.
Pero tenías razón: el vino es abocado y delicioso,
corriente y noble al mismo tiempo.
Por una vez no mentiste, y esta noche lo compruebo.
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(Madrid, 10 de Diciembre de 1999)
(C) 1999 David Lago González
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