sábado, 19 de marzo de 2011

Frustración

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William Rios_Downtown Miami193836

© William Rios, Downtown Miami Today 3 p.m.

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A mis amigos Elio Poblador, Carlos Alonso Victoria y Carlos Victoria (rip)

A Omar Cerit

A Nikitín y Emilia

A Enrique Bedoya Sánchez (rip)

A los proscriptos que llenaban la saleta de mi casa para escuchar música degenerada

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Cada verso que escribí, escribo y escribiré

será siempre la canción que nunca pude cantar.

Todo pecador lleva su dolor oculto, y ése es el mío.

Habría querido cantar los versos de aquellos muchachos temerosos

que nos asomábamos con inocencia y desfachatez

a una naturalidad prohibida por los gendarmes

que custodiaban y medían la torcedura del tronco.

En la lengua del enemigo, sólo en palabras mascadas por el enemigo.

Ese idioma, ese código secreto, nos reforzaba en un desarraigo

que comenzó en el mismo lugar de origen de todos los males

y de toda la imprevisible felicidad que nunca jamás se ha podido definir.

Nuestros dioses nos traicionaron cuarenta años después,

o quizás desde entonces, quién lo sabe. Y qué más da.

No hubo nunca otra revolución que nos interesara más

que la de los voluntarios descamisados

que se emborrachaban en la cabina del aeroplano de Jefferson.

Todo cuanto sonaba con acordes impositivos de marcha militar

nos era ajeno, extraño, odiado y eliminado sin apenas escucharlo.

Queríamos ser todo lo imperfecto que el ser humano puede ser.

Ésa es la verdad. Quien diga lo contrario, miente.

Miente como los que, con sus mentiras, nos obligaron sin saber

a descubrir una libertad distinta, sólo nuestra, intransferible.

Odié a esos hombres que nos secuestraron

del pequeño mundo real que podíamos habitar;

odio a sus hijos que les defienden y justifican;

odio todos los símbolos que utilizaron para eliminarnos antes

y ahora enarbolan de nuevo para ni siquiera permitirnos

morir en paz. Puede que hasta ni se den cuenta.

Pero la ignorancia y la inconsciencia no les eximen de culpa.

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Yo sólo quería cantar en nuestro idioma secreto, pequeño,

el silencio con que todos aquellos hermosos muchachos,

mezclaban sus sexos y entonaban su tímida alegría sin permiso

a algo que ni siquiera pensábamos que se llamaba horizonte;

pero los gendarmes me convirtieron en poeta,

en un poeta maldito, extraño, incomprensible

y odiado por los unos y los otros.

Los maldigo a todos.

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© 2011 David Lago González

(Madrid, 19 de marzo de 2011)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te entiendo.
Un beso, buenas noches.

El Tinajón dijo...

Muy lindo.

Zoé Valdés dijo...

No tengo que decirte más de lo que siempre te he dicho: gran poesía.

ELIO dijo...

Sabes que acabo de encontrarme con esto que escribieras mientras estaba yo en Cuba el mes pasado. Lo hicistes el dia 19 de marzo y lo dedicas a nosotros -gracias, mi amor- a nosotros tus amigos que tanto y tantas veces tuvimos la OSADIA Y EL ATREVIMIENTO de involucrarnos en actos tan CONTRA REVOLUCIONARIOS y tan ANTISOCIALES como lo fue el reunirnos a escuchar musica. Recuerdo que lo haciamos en la saleta mientras tu mama se dedicaba a los quehaceres de la casa y nosotros nos EMBORRACHABAMOS y nos PERVERTIAMOS escuchando "esa" musica mientras conversabamos de lo cotidiano; Trabajo, peliculas, arte, calor, todo lo que se nos ocurriera pero que, saliendo de nuestras bocas podria interpretarse como ACTOS DELICTIVOS CONTRA EL ESTADO Y CONTRA LA REVOLUCION CUBANA

Me alegra mucho el que lo hayas escrito pues quien mejor que tu pede haber sido testigo de tantas vivencias alla en tu casa.

Si te fijas en la fecha de las fotos que tome de la saleta y del resto de la casa alla en Camaguey te vas a dar cuenta que lo hice el dia 23 de Marzo, mas o menos mientras tu escribias tu poesia en Espana.

Que cosa, verdad?

Un beso.