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yo me he quedado fuera del prodigio
Dulce María Loynaz
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Dos manchas de sangre atadas a un espectro que yerra y se escapa,
lentamente se posan sobre la cabeza haciendo parpadear la luz de la linterna.
Vienen con un lenguaje chinesco, como de mimo que se quiebra,
y omiten un universo escondiendo su pañuelo tras la cara oculta de la luna,
la que no habla, la que se esconde,
de la que no se sabe si de ella parten los galeones
a depositar sus tesoros en el fondo del mar.
Persíguela ―te digo―, no la dejes escapar,
y regresa con el agua que habla sin detenerse entre las piedras,
sin enredarse en las zarzas de un prodigio que nos omite y abandona,
y no estas gotas mudas, encerradas en tan precarias vasijas
que dejan más sed que ser perseguido por ejércitos de arena.
Desierto, vaciado el costado de tu memoria,
te deja exhausta, buscas las naves que han ardido en la batalla
y contra la pared haces tristes gestos con los dedos.
Una tijera que corta el aire. El ánade que mudo
se vuelve contra tu boca y quiere preguntar con un idioma nuevo.
Una cueva es la redondez rotunda de una o.
Una mano como un cuchillo que corta una cebolla.
Buscar y buscar, buscar y no encontrar.
Qué pensarás de esta noche oscura, sabrás que estoy a tu lado
diciéndote "Persíguela, no cejes, no la dejes escapar con tus palabras.
Esa alevilla inoportuna te lleva sobre sus alas,
por sobre tu cabeza remonta el vuelo
con sus dos manchas de una sangre que no corre,
de un agua que se hiela. Por Dios, haz que tus dibujos manuales
sobre la pared sean una puerta que te devuelve al día.". Ahora duerme, y descansa.
La luz de la mañana borrará las sombras chinescas que la oscuridad pone ante tus ojos
y hará correr el agua por los cauces de tu presencia.
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(Madrid, Abril 26, 1992)
© 1992 David Lago González
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2 comentarios:
Un poema que empieza de tal modo obligatoriamente tiene que ser buenísimo.
pUES se agradece su presencia, y su esencia, que ya sabe usté
Parte de un hecho real. Creo que la segunda o tercera noche de cuando se ingresó a mi madre por la trombosis cerebral. Era una cosa extrañísima porque toda la actividad del organismo (comatoso) la desarrollaba por la noche (de hecho, yo estuve los primeros 11 días con sus noches sin dormir). Y una noche, de pronto, veo que se pone a hacer sombras chinescas de un reflejo de luz que entraba por la ventana. A mí me alegró pues me pareció un signo de vida, pero también me desesperaba imaginándome qué era lo que podría estar pasando por su cerebro en aquel momento.
Y de ahí salió el poema, al cabo de un tiempo.
Saludos.
David
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