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Ah varón, desnudo yo te invito
a este asombro, tan mudo, que despierto.
Elena Tamargo
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Y sin embargo, me agrada que me digas
que soy la clase de hombre que gustas
y que despierto en ti lascivia en la noche calurosa de este incipiente verano.
Disfruto que compruebes que no te equivocabas cuando los ojos sobre mí pusiste
y lo exclames en voz alta para que las estrellas se enteren,
cuando palpas el falo, redondeas el glande,
castigas en tu puño gónadas y glúteos,
recorres el pecho donde los barcos se hunden,
y besas la boca, y muerdes los labios.
Y sé que no mientes.
Y sé que este efímero momento vale la eternidad del amor.
Y sé que todo quedará en algo que pudo y por suerte no fue
porque precisamente ya lo fue en ese único segundo en que la tierra se nevaba,
y así quedará para siempre: cubierta por la nieve, y no por el barro.
(Digital Art, David Lago)
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(Madrid, 21 de junio de 2001)
© 2001 David Lago González
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