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(C) Anne Bachelier
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para Zoé Valdés
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La vida no renace; la vida se deshecha.
Nos fue dado habitar La Tierra de las Hadas Malignas,
y por ese solo privilegio un huso emponzoñado nos estaba destinado.
Hay miles y miles por todas las comarcas,
más tarde o más temprano nuestro dedo inevitablemente
encontrará la púa, nuestro pie se clavará el acero.
El clavo estaba allí desde que llegaron las hadas,
sólo era cuestión de tiempo que el pie lo pisara.
Quizás ni siquiera lo trajeron ellas deliberadamente;
es que forma parte de la esencia: todo el mundo
se pinchará para quedar debidamente contagiado.
Sus efectos secundarios es el creer que puedes ordenar tus papeles,
“la diminuta poesía que forma mi vida”, escribir un verso,
tararear una canción, procrear, llevar la existencia simple de tus mayores,
conocer nuevas praderas, incluso cruzarlas,
amar, reír, estrenar sedas y cashmeres, anudarte al cuello un pañuelo,
odiar,
matar,
enloquecer,
y que alguna insignificante cosa
no está en realidad relacionada con aquel huso
en el que tu dedo se hundió para toda la eternidad.
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(Madrid, 20 de agosto de 2009)
© 2009 David Lago González
1 comentario:
Ay, David, he entrado aquí buscando un poema tuyo para traducirlo, y he dado con este dedicado a mí. ¡Gracias, gracias, gracias! Bellísimo, poema. Un beso. Mándame un email para hacerte una pregunta. Es que como estás de viaje me rebotan. Un beso.
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