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Acabo de verte esta tarde, 16 de marzo de 2005. Ahora mismo, Amelia;
escudriñabas el interior de una tienda cerrada en la calle de San Mateo
como si te asomaras a un bazar infinito en Chinatown.
Yo sé que buscabas en New York que un ejército de terracota
te diera la razón, esa perla de quien nace para vivir para alguien.
tanto tiempo lo has hecho que el sacrificio se ha hecho vicio,
ha crecido como hiedra por la pared del tiempo,
a través de la celosía del agua.
¿Y cuándo no tenga a nadie? ―jamás te preguntas eso―
Inventaremos entonces
una tienda siempre abierta, una sobrina lejaniiiísima
allá por Borneo oriental, Chinatown en el ojo de una abeja,
New York cabrá en un bolso rojo,
y un ejército de terracota se mirará sobre el cristal de la esmeralda
en el anillo de tu dedo.
Todo tiene remedio, Amelia; todo lo tiene.
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(Madrid, 16 de marzo de 2005.)
© 2005 David Lago González
2 comentarios:
La verdad de la buena es que siempre que paseo por aqui se me acumula la faena...gracias una vez mas poeta por dejarnos leer tanto y tan bello.
Un abrazo. Maria Gina
Gracias Gina.
Mi prima Amelia --a quien está dedicado este poema y es su protagonista, en fin de cuentas-- es de esas personas que instintivamente va a ayudar a cualquiera. Creo que es su necesidad de vida.
Un beso.
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