La densidad del silencio
radica en la naturaleza de la ausencia
que precipita el dolor de una imprudente soledad,
y que en sólo un minuto crece
más allá de los límites del mundo.
No es en sí misma una pena, aherrojado oído,
ojos oscuros de la misericordia,
la lengua mordiendo su prudencia,
sino la presencia que dejó de percibir esta alma,
la voz que dejó de romper este muro de ecos,
donde el contorno apretado de mi palabra no adivina ya
el labio bajo cuyo alero temblaron los míos.
© David Lago González, 2008
NOTA DEL BLOGGER Y AUTOR: Hará un mes perdí todos mis archivos y carpetas del disco duro (inconvenientes de padecer un ostracismo primermundista: en el totalitario comunista los habría perdido bajo una requisa, en la imperfecta y amada democracia se los traga el éter).
Estoy re-typeando cosas que permanecían en papel y otras sorpresas que no recordaba. He pedido también ayuda a los amigos a los que había enviado textos.
Con asombro recibí éste, que sólo estaba escrito en portugués y que he reconvertido al español. El original ni lo conservaba conmigo ni siquiera lo recordaba. Bueno, así se descubrió América...
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