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(Fall in Chicago, 2010)
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El otoño se adelanta sobre Madrid.
Invade el cielo. Crea un silencio especial
entre el sonido del tráfico.
Las ruedas de los furgones de mercancía de reparto, llenos de imitación china,
se encajan más profundamente en el badén frente al portón,
hieren las baldosas de la calzada con un eco
que resuena en lo que una vez fueron desastrados adoquines
que no soportaron el paso del tiempo.
Yo vivo en un antiguo palacio que, como su inquilino,
ha sido vaciado y rellenado de una nueva técnica
que sostiene su fachada histórica, prohibida
por ley a la osadía de otros arquitectos.
Una gigantesca hoja amarillenta
desgajada del Parque del Oeste, se posa entre las nubes y los ácaros,
cubre pardos mis balcones, me deja a solas contigo
como un espejo, un simple espejo
que hace lo que todos: devolver la mirada que recibe.
Si no, pasa también de largo
cual un otoño más.
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(Octubre 2010)
© 2010 David Lago González
(Espejo veneciano entre dos torsos de Osvaldo Lugo, Vicálvaro 2006)
1 comentario:
Bellísimo poema. El espejo entre los dos cuerpos, foto sublime.
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