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Centenario
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Es tu centenario y yo apenas tengo dos monedas
que no son suficientes para comprar esas flores
de tallo largo y aspecto de lirio,
que tanto perfume esparcen por las habitaciones.
Sé que una vez más te conformarás
al saber que vivo todavía,
y encenderé un cirio durante todo el día
para desearte que hayas llegado al fin
al término de tu viaje
y que el trayecto haya sido tranquilo,
sin grandes sobresaltos.
El mío no lo ha sido tanto
pero ahora estoy bien.
Una suerte de paz reemplaza tímidamente tu presencia.
De cualquier forma, sé que desde el sofá
puedo extender los brazos hacia la mecedora
y volveré a tocar tus rodillas, y sobre ellas tus manos.
(Madrid, 15 de agosto de 2010)
© David Lago González
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2 comentarios:
El recuerdo hace que sigan viviendo los que ya no están.
Gracias, Alfaro
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