miércoles, 17 de marzo de 2010

A day in the life of a fool

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Jaroslav Beno_Last harvest

Jaroslav Beno_Last harvest

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Se despierta a las siete.

Toma las pastillas para subir el ánimo y las pastillas para amortiguar la angustia. De paso toma alguna vitamina porque sabe que en el momento de comer de pronto se obstinará en no hacerlo como a un asno que le arrean y aguanta estoicamente los palos sobre el lomo.

 

 

Luego se acuesta. Escucha jazz, mucho jazz.

También se ha comprado las últimas canciones de Paul Carrack.

La música antes le ayudaba a dormir, hoy le impide dormir.

Pero cualquier cosa se lo impide por la noche: una sombra que cruza, un pensamiento que divaga, una obsesión que quiere acometer, la impotencia de no poder llevar a cabo un crimen. La cobardía de no asumir que ya la vida no le aporta nada y que debe poner fin con dignidad.

Mas eso suele suceder por la noche, y ahora estamos en la mañana.

Debe levantarse, lavarse, incluso ducharse ¾cosa que no hace todos los días¾.

Una persona con la que se acostó hace mucho tiempo le sentenció que se estaba abandonando, aun cuando ese abandono no había comenzado seriamente. Tal vez quería prevenirle de cosas que él no veía. Tal vez era un poco brujo: su olor a coñac y su amarga sombra parecían tener que cargar con un gran peso a su espalda.

Pero él no supo distinguir la advertencia y siguió su camino ladera abajo.

Ahora tiene que levantarse. Invoca a sus muertos para que le den el empujón final.

Debe trabajar algo, algo relacionado con cuentas que no le interesan, con sociedades por las que no sentiría el más mínimo pesar si quebraran.

A fin de cuentas, toda su vida ha quebrado.

Cree amar a una persona,

pero ya tampoco eso es suficiente; y tiene que compartirle, cosa que le compensa y le insatisface. Ama hasta donde le dejan amar, como si fuera un perro que conoce los límites: ¡fuera de casa: al cobertizo, a esperar a que el búho, con sus grandes ojos siniestros, corte en dos la noche!

Paga por amar, paga por no estar solo, paga por vivir; y va amortizando el crédito con su propia vida.

(Madrid, 1997. 1 de Septiembre)

© 1997 David Lago González

2 comentarios:

Zoé Valdés dijo...

Tomar pastillas, a eso se reduce la vida, al final.

David Lago González dijo...

No, no es sólo eso, Zoe, no seas negativa, por favor. Hay días más claros y días más oscuros, pero el resultado final siempre (o casi siempre) es positivo.
En definitiva, estamos BIEN para haber sido cobayas de tan grande experimento.