miércoles, 21 de octubre de 2009

La Etiqueta

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Soy "contrario al normal desarrollo de las actividades".

Me lo dijo un policía en tiempos remotos, desde mi juventud más temprana.

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Lo de "contrario" es casi un término lezamiano

que podría tomarse como una fuerza metafísica, espiritual,

con la que opongo resistencia o me rebelo

ante la aceptación de algo que no solamente quieran imponerme,

sino simplemente a algo que exista por sí mismo.

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Lo de "normal"

puede ir desde un estado natural a un precepto jurídico,

pasando por una línea recta perpendicular a otra línea,

todo lo cual abarca desde la geometría hasta la astro-física,

o el cuerpo humano, que es lo más natural que hasta el momento conozco.

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Lo del "desarrollo" se interna casi en un terreno desalmado:

¿Deshago un rollo o entorpezco la acción?

¿Acreciento lo físico, lo intelectual, lo ético,

o como una japonesa tradicional someto mis pies

a la tortura de un zapato de madera para que no crezcan?

¿Explico alguna teoría?

¿Calculo alguna expresión analítica?

¿Sucedo, ocurro, acontezco de algún modo, en algún lugar?

¿O me inhibo y me fantasmo?...

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Y... ¿"las actividades"?

¿Se refiere a la prontitud en el obrar?

¿O a las tareas que corresponden a una persona? ―o a una sociedad, ¡uuhhh!―.

¿Habla de una esfera de actividad determinada o tal vez

va mucho más allá y entra ya dentro del número de átomos

que se desintegran por unidad de tiempo?

¿Quizá intenta recordar el nombre de algún volcán "en actividad"?

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Yo, sea lo que sea, no sé muy bien lo que soy.

Pero creo que en el fondo el policía llevaba razón,

porque cuando creo haber encontrado un lugar,

resulta que no, que estoy en sitio inadecuado;

cuando intento contar algo sobre mi pasado, resulta que no,

que los que no lo vivieron me dicen que no fue así, que estoy equivocado;

cuando me enamoro de alguien, quiero irme hacia lo ajeno;

y cuando estoy solo, quiero estar acompañado,

o cuando tengo compaña, añoro la soledad;

cuando voy por una calle, quiero ir por la otra;

cuando me dicen que lo mejor es callarme, hablo,

y cuando debo hablar, enmudezco.

Así que, perdone usted, señor policía, su etiqueta me ha marcado.

Soy eso mismo que usted dijo:

  • desarrollo las actividades de forma contraria a lo normal,
  • actúo según el normal desarrollo de la contradicción,
  • normalizo lo contrario del desarrollo activo,
  • contrarío lo normal desde el desarrollo de la actividad.

O sea, que me ha convencido: yo no tengo remedio

y soy un peligro a la sociedad, al estado de derecho,

a la democracia, al proletariado y a los ricos,

a sus hijos, a su madre la pobre viejita, al conductor del autobús,

a Dios, a María Santísima, a todo lo que usted quiera.

Llevaba razón: no me debo el mundo,

no me debo la vida,

no me merezco ser feliz.

¡Enciérreme usted!

Usted sí que entra dentro del "normal desarrollo de las actividades"

y su deber es impedir que yo lo entorpezca, así que, por favor,

actúe en consecuencia ¡y elimíneme de una santa vez!

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(Madrid, 21 de octubre de 1999)

© 1999 David Lago González

lunes, 12 de octubre de 2009

Lectura de poemas en Ars Atelier, Paris

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Agradezco al Sr. Bruno Sancci (Argentina) la invitación para viajar a París, y a la Sra. Zoé Valdés y al Sr. Ricardo Vega, que gentilmente me han brindado el espacio de su galería Ars Atelier para dar una lectura de mi poesía, asumiendo todos los detalles de la misma.

David Lago González

(Madrid, 12 de octubre de 2009)

jueves, 8 de octubre de 2009

UN PAIS LLAMADO AFUERA


 

 

                                                a Rolando (Morelli),

                                                porque en una conversacion en The Cloisters

                                                surgio esa imagen del Pais de Afuera

 

 

 

Al otro lado hay un pais llamado Afuera,

grande como el sol, pequeno como la luna,

donde tu y yo cabemos en un palacio

y donde siempre es tiempo de cigarras.

Atras, al otro lado del otro lado, queda

la fila inmensa de las hormigas

que olvidaron las senas del hormiguero

hasta convertirse en cigarras atrapadas

en cuerpos ajenos, prestados o robados,

de esos que los del otro lado habitan por error

al otro lado del otro lado.

 

Al otro lado del otro lado,

todo es un galimatias inmenso,

empezando por su propio cerebro;

creen que el mundo se extiende

a partir de las cotas del otro lado del otro lado

sin fronteras ni oceanos ni depresiones del terreno,

o del alma, esas otras peores que dificultan cualquier movimiento.

Ellos tambien la tienen, pero haber nacido de aquel lado,

y al no haber estado nunca del otro lado en el pais de Afuera,

les ha hecho no pensar en ello, sino solamente en el espejismo

que contra toda realidad han fabricado

a partir de las erradas descripciones aviesas de los de Adentro.

Son dos paises, dos unicos paises

a los que se reduce todo el Universo:

Adentro y Afuera.  No hay mas.

no hay variantes ni terceros terminos.

Ni tonos ni distinciones ni exclusiones.

Y como dentro les han hecho vislumbrar continuamente los dragones de fuera,

ellos, pobre pueblo mio, confian firmemente que al llegar al Pais de Afuera

se convertiran –porque asi lo consideran justo por su sufrimiento-- 

en san jorges guerreros

que aplastaran de un lancetazo eficaz todo lagarto inmundo.

Es un tema triste y tragico, y queda en lamentable por incomprensible,

o por inexplicable, porque ni los de Adentro ni los de Afuera somos Uno

como entona con voz mesianica el discurso,

y es mal infinito y cruel el resultado del experimento

que los biologos del estado han ensayado en nuestra piel,

unica y a su vez variada razon que nos convierte en Uno.

 

Y en eso ha quedado la identidad de una nacion: en la semilla del mal.

 

 

(Philadelphia, 6 de octubre de 2009)

(C)2009 David Lago Gonzalez

sábado, 3 de octubre de 2009

On my way back to New York



Cuando te vi esperando por mi
en el lobby de ese gran hotel
por donde discurre lo subterraneo,
senti como si hubiera por fin regresado a casa
despues de una jornada agotadora
esperando una fortuna que no llega;
como si hubiera cerrado la puerta
y dejado fuera todo el miedo y el nervio enhiesto
de las orejas del zorro.
Por fin estaba seguro,
por fin estaba a salvo,
por fin estaba seguro de estar a salvo.
Entonces supe que llegaria a tiempo
a cualquier destino
que se me antojara imposible.

Cuando en el vagon, me rodeaste con tu brazo
--exactamente me echaste el brazo por encima--,
calibre lo importante que habiamos sido
y cuan lejos habiamos viajado
desde aquel primer encuentro en el garito inevitable.
Eu nao estoi mais apaixonado,
pero aquella certeza de haber hallado la diferencia del oro
se muda ahora en el sosiego de transitar hacia el infinito
con otra certeza mas consolidada: andar por siempre acompanado
de una mano que no habra de soltarme.

(Philadelphia, 19 de septiembre de 2009)
(C) 2009 David Lago Gonzalez