domingo, 27 de enero de 2008

El futuro del Hotel Majestic - Archangel (Zinaida)





La puta es el fruto de un alto y miserable asalariado del antiguo régimen.
La puta es el fruto de un cabezota fiel a su amo, Pavlov y su mascota.
La puta es el fruto de una idea absoluta, un experimento
para anular el placer de reír y sufrir por vivir, como un rito tribal
de la mitad del África para abajo, por ahí.
La puta deambula por los lobbies de los hoteles moscovitas
de alto calado, altísimo techo falso impoluto como vírgenes de laboratorio,
suntuosas y abigarradas lámparas de araña colgando sobre las cabezas
como el pasado, como su pasado.
Siempre el pasado, siempre el pasado,
no quiero olvidar pero tampoco quiero recordar,
ah, si pudiera quedarme en mitad de nada..., piensa la puta, ruska,
rusa y universal a la parte que nos duele,
pero donde estoy sólo existen fantasmas y carcasas de fantasmas,
y el estertor o el profundo silencio de los que creyeron ser sus propios dueños.
El pasado, siempre sacando el pasado,
como un mito, como una losa, como un andancio que no se va,
como algo que se puede reconquistar, como un horror,
como una piedra.
Como un punto de partida, para los incautos, los avispados,
los mercaderes de putas para los mercaderes del hogar perfecto.
Horror: como algo que alguien tiene en la punta de la lengua
y no se atreve a pronunciar para no ser señalado, como antes,
como el pasado, otra vez el pasado, porque siempre te apuntan con el dedo,
vayas donde vayas, porque eres una puta, porque siempre lo has sido,
porque siempre lo serás.
La puta tiene un nombre: Zinaida, pero a quién le importa.




(Madrid, 29 de noviembre de 2006)
© David Lago González

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